Los ecuatorianos ya vivimos el ambiente electoral. Somos testigos de cómo los candidatos a la Presidencia de la República y Asamblea Nacional buscan llegar a los votantes, ya sea por caravanas, concentraciones populares, conversatorios, recorridos en las calles, visitas a barrios, etc. Esto queda evidenciado en sus redes sociales, ya que al no contar con regulación por parte del Consejo Nacional Electoral (CNE), son el lugar idóneo para captar la atención de los usuarios.

Las campañas electorales se destacan por varios factores, uno de ellos es la imagen del candidato y las pasiones que despiertan en la multitud, para llegar a este fin sentimental, los equipos de campañas optan por estrategias comunicacionales para que su alfil destaque ante la inmensidad de participantes que tendremos en el 2021.

En la última década, la dinámica de las campañas electorales ha cambiado. La exposición mediática aumenta cada vez más a través de canales digitales, un medio eficaz para transmitir mensajes, pero también cuestionado tras el escándalo de Cambridge Analitics en las elecciones presidenciales estadounidense de 2016. Este caso demostró que los datos que dejamos en las redes sociales están expuestos y son manipulados para beneficiar a una u otra tendencia política con mensajes que alteran la realidad.

Bajo este análisis y con las limitaciones de la pandemia, los candidatos ecuatorianos se disputan parcelas de atención en las redes. Para sus equipos, todo vale: un expresidente y actual candidato salió en un video con una bazuca, qué quería demostrar, no sé, pero fue tendencia. Otro postulante desafió a un huracán, otro usa un lenguaje popular e invita a tomarse unas cervezas y otro viralizó el video de su caída en moto sin usar casco y su foto semidesnudo en una casa humilde.

Gracias a estas acciones, los candidatos son la sobremesa de la familia ecuatoriana que se queda con el pantallazo del ridículo, ¿esto beneficia a los candidatos? Sí, ganan exposición gratuita y en la mayoría de casos, positiva, pero la pregunta que debemos hacernos es, ¿le hace bien a la democracia y a la formación política del Ecuador? No.

Defiendo la libertad y la ética de mis colegas consultores, cada uno de ustedes sabrá por qué ejecutan estas acciones, sus estrategias responden a sesudos análisis e investigación. Pero hago un llamado de atención a la ciudadanía, para que no nos quedemos con el meme, sino que nos informemos mejor. Leamos los planes, analicemos sus intervenciones, cuestionemos a los políticos. No seamos espectadores, seamos protagonistas de esta elección, las decisiones de hoy determinarán el futuro de esta nación. Las elecciones del 2021 serán de suma importancia, es nuestro deber participar.

En el libro “Cómo mueren las democracias” de Steven Levistsky y Daniel Ziblatt se analiza cómo los líderes autoritarios de izquierda o derecha comparten patrones de comportamiento para edulcorar el pensamiento crítico de las masas, usan mitos de gobiernos y crean una historia falsa para mostrarse como salvadores de la patria. Las falacias se pueden desvirtuar si cumplimos con el rol de informarnos sobre los planes de campaña para así cuestionarlos y que el próximo presidente no gane por ser un meme. 

David Jiménez Abad

Consultor en comunicación y marketing político

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