En el blog www.memoriasdegorditas.wordpress.com todo el tiempo les estoy hablando del amor propio y cuando pensaba en el tema para este espacio al que le he tomado muchísimo cariño; recordé con tristeza las historias que escucho desde hace muchos años; sí, de mujeres, adolescentes y personas de todas las edades que empiezan a odiar la vida a causa de su sobrepeso.
Hablar de suicidio, son palabras mayores, nos espeluzna, pero es en serio… Hacerse daño a sí mismo es quizá una señal de algo que puede pasar sin aviso y entre las tantas causas que provocan una profunda depresión con ideas de acabar con la vida de sí mismo, está la llamada gordura, real o imaginaria…
La verdad es que un gran porcentaje de la población se siente muy presionada por ajustarse a unos ideales limitados de belleza; la presión social por tener un cuerpo “ideal” y el estigma asociado con el “exceso de kilos” podría justificar que una persona no esté feliz con su cuerpo y desarrolle pensamiento suicidas.
Siempre invitaré a recordar quiénes somos, lo valiosas, lo fuertes, lo reales… Necesitamos mucha seguridad y amor propio para enfrentar el mundo. La regla del “90, 60, 90” no limita la belleza que tiene la diversidad de cuerpos y aspectos físicos: Ámate y valórate, quien diga lo contrario, no sabe lo que dice, no sabe de tus luchas.
La sociedad en general no puede centrar las estrategias preventivas únicamente en aquellos con sobrepeso y que lo saben, sino que también hay que incluir a los que creen que tienen sobrepeso aunque no sea verdad… Será difícil cambiar el mundo para que el respeto a las personas con sobrepeso se fortalezca, pero: ¿qué harías tú?
Estamos invitados a ser más empáticos, más amables, a observar y escuchar más; apoyar no es criticar y ayudar no es presionar. Cada persona tiene que trabajar en su seguridad y su amor propio; pero en general, todos necesitamos ser luz para los que nos rodean y no protagonistas de humillaciones que podrían llevar a una persona a pensar que no vale la pena vivir.
Andrea E. Pacheco Padilla
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